Este alimento nace en una época en la que imperaba la necesidad, abundaba la harina y se aprovechaba todo. Su origen etimológico proviene de la palabra francesa croquer, que significa crujir, y de su diminutivo croquette.
Las croquetas de hoy suponen una recuperación de esa sana costumbre de no desperdiciar nada aprovechable.
En los primeros tiempos de la humanidad, la gente comía las hojas de remolacha, planta propia del Mediterráneo, y no las raíces. Los antiguos romanos fueron de las primeras civilizaciones en cultivar la remolacha para usar sus raíces como alimento. Actualmente en Francia siguen comiéndose las hojas.
Aunque la base de las croquetas tradicionales suele ser la bechamel, hoy nuestra base es el puré de patata. Una receta que mi madre hacía con espinacas y que he versionado con las hojas de remolocaha para rescatalas del olvido.
Una comida muy fácil de hacer y «rápida» de comer.
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comida
350g de hojas verdes de remolacha / 3 patatas pequeñas de Llívia / mantequilla* / queso Urgèlia* / pimienta negra molida / harina de trigo
*Ingredientes con D.O.P. de l’Alt Urgell y la Cerdanya.
(Cantidades para 24 croquetas)
1 – Preparamos la masa el día antes para que no se deshaga la croqueta al freírla.
2 – Quitamos el tallo rojo de las hojas de remolacha, los reservamos para otra receta y lavamos las hojas en agua.
3 – En una olla hervimos las patatas con piel en abundante agua hasta que estén blandas. En otra olla hervimos las hojas de remolacha unos 5-10 minutos, las escurrimos y una vez frías las prensamos con las manos para quitar todo el agua.
4 – Quitamos la piel a las patatas y las chafamos con mantequilla y pimienta negra hasta obtener una masa muy fina. Picamos las hojas con un cuchillo y las añadimos al puré de patata. Mezclamos bien y añadimos el queso picado. Extendemos la masa en una fuente, lo tapamos y guardamos en la nevera.
5 – Ponemos una sartén con abundante aceite a fuego alto. Formamos las croquetas con la ayuda de 2 cucharas, las enharinamos y las freímos hasta que se doren uniformemente.
6 – Servimos con ensalada de rúcula, hinojo y cebolleta perfectamente aliñada.
y siesta
7 – En la montaña.