La avena es un cereal que destaca por su riqueza en proteínas y fibras, se la considera como uno de los cereales más equilibrados. Los copos u hojuelas de avena son un producto hecho de este cereal y se obtienen a partir del descascarillado y prensado de los granos. Por tanto, podemos decir que los copos de avena son un producto procesado, pero no ultraprocesado como los llamados «cereales de desayuno».
El procesamiento de este grano requiere un ligero tostado a baja temperatura. Este tratamiento térmico inactiva las enzimas evitando el deterioro rápido del producto y otorga al grano parte de su característico sabor. Además, este paso desnaturaliza las proteínas de reserva y las hace menos solubles, dando al grano más integridad durante la cocción. A continuación, el grano tostado se expone al vapor para ablandarlo y hacerlo maleable, y después se prensa entre rodillos para aplanarlo y que así reabsorba rápidamente el líquido durante la posterior cocción o simple remojo. Cuanto más finos se prensen los granos, más rápidamente se rehidratarán.
Los copos son la forma más habitual hoy en día en que el ser humano consume la avena.
Existen muchas variaciones y preparaciones similares de gachas, siendo el porrigde, propio de los países anglosajones, la denominación más archiconocida. Otros platos hechos con granos cocidos en un líquido, que también pueden etiquetarse como gachas, son el gofio canario hecho a base de harina no cernida de cereales tostados, generalmente de trigo o maíz, la polenta italiana o los grits norteamericanos, ambos hechos con harina de maíz; en las regiones caucásicas encontramos las kashas, una combinación de yogur con harina de alforfón.
Echando la vista atrás, aquí en el Mediterráneo se ha consumido desde hace siglos el gruel, un plato consistente en algún tipo de cereal cocido en agua o leche. Era un alimento básico de los antiguos griegos, especialmente entre los campesinos, tradicionalmente asociado a la pobreza. De hecho, la palabra es una expresión coloquial para cualquier comida acuosa de naturaleza desconocida. Al otro lado del Atlántico, el gruel de maíz, conocido como atole o atol fue una de las principales fuentes de alimento para muchos pueblos mesoamericanos, como los mayas y los aztecas. El atole era una receta de maíz molido que a menudo se condimentaba con pimiento chile y sal. En la actualidad sigue preparándose en México.
Dicho esto, lo mejor de este alimiento es que probéis de hacer vuestra propia combinación de ingredientes e ir cambiándolos, y así desayunar cada día de una forma diferente. En casa, hasta hace unas semanas, combinábamos la avena con kéfir de cabra, pero como ya os comentamos en la receta anterior, queremos reducir los alimentos lácteos a unos mínimos, no solo por un tema de sostenibilidad sino también por respeto al resto de seres vivos. Sobre esta transición, os iremos informando en el futuro. De momento, os dejamos con dos maneras de comer copos de avena: la primera cocidos y la segunda en remojo.
¡Buenos días!
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comida 1
1 cucharada de copos de avena / 80g de agua / canela en polvo / miel
1 – Ponemos el agua a calentar en un cazo a fuego lento. Cuando arranque a hervir, añadimos los copos de avena y removemos con unas varillas unos 2-3 minutos o hasta que no quede agua, obteniendo un alimento intergado con aspecto de papilla.
2 – Apagamos el fuego, armomatizamos con la canela y endulzamos con la miel al gusto. Lo dejamos reposar 1 minuto antes de servir.
comida 2
1 cucharada de copos de avena / 75g de bebida de almendras* / semillas de chía** / 1 cucharadita de mermelada de higos
*Podemos sustituirla por cualquier otra bebida de índole vegetal.
**Para aprovechar mejor todos sus nutrientes, las semillas deben molerse.
1 – Ponemos la bebida de almendras en un bol. Añadimos la avena y las semillas molidas. Mezclamos bien y lo dejamos reposar en la nevera toda la noche.
2 – Al día siguiente, endulzamos las gachas con la mermelada de higos o la que más os guste. También podemos incorporar fruta fresca troceada.
y siesta
3 – Merecida.