Cada año probamos un cultivo distinto en nuestro diminuto «huerto» ubicado en la terraza de nuestro apartamento. Estos pimientos que hemos usado son de la variedad Padrón pero obviamente no son de Herbón -son de Barcelona- y por lo tanto no están amparados por la denominación de origen que los protege.
Los conventos son archivos del saber y del sabor de una cocina olvidada.
El inicio del cultivo del pimiento en Galicia se asocia a las semillas traídas desde el estado mexicano de Tabasco por los monjes Franciscanos al convento de Herbón, localidad perteneciente al municipio de Padrón, en el siglo XVII. El pimiento seco y molido ya se comercializaba en Herbón a finales del siglo XVIII, constituyendo una importante fuente de ingresos. El proceso de selección varietal y las prácticas culturales de recolección comenzaron entonces, transmitiéndose desde la comunidad monacal a los agricultores de su área de influencia, conformando un sistema de producción altamente especializado, en el que la semilla era transmitida como bien parafernal y nunca fuera de la zona de producción.
“Herbón” es el topónimo de la Parroquia perteneciente al Ayuntamiento de Padrón donde se encuentra el convento al que se vincula la introducción de este tipo de pimiento procedente de las Américas. Puesto que el nombre “de Padrón” no se protegió en su día mediante una Denominación de Origen, ahora ésta ha tenido que registrarse con el nombre “de Herbón”, por lo que ahora para comer los auténticos pimientos de origen gallego hay que pedir pimientos de Herbón. Los pimientos de Herbón se cultivan en las zonas de Padrón, Dodro, Rois, Pontecesures y Valga, en donde el cultivo es familiar y la mayoría se quedan en el mercado local. Y es que la zona no tiene la capacidad de producir para toda España, por lo que la mayoría se cultivan en Andalucía, Murcia, Portugal o incluso Marruecos.
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comida
pimientos de la variedad padrón / aceite de oliva / sal en escamas
1 – Lavamos los pimientos con agua. Los secamos bien y reservamos.
2 – Ponemos un cazo con abundante aceite al fuego. Con el aceite no muy caliente (para evitar que se desprenda la piel), freímos los pimientos lentamente un par de minutos y los retiramos. Los dejamos en un colador par que suelten el exceso de aceite.
3 – Servimos con sal en escamas por encima.
y siesta
4 – Monacal.