conservas
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#194: Mermelada de uva

Y como a nadie le amarga un dulce -así lo recoge nuestro querido refranero-, la propuesta de hoy es ideal para coronar una rebanada de pan perfectamente tostada con mantequilla.

Si de algo me doy cuenta con los años es que la vida nos regala cosas sencillas, como para complicárnosla con objetos innecesarios. El placer que hay en elaborar conservas es impagable. Sin duda, habitar este mundo exclusivamente a través de los alimentos y los paisajes puede parecer una utopía. Quizás las próximas generaciones lo consigan, o quizás no haya mundo para practicarlo; lo que si es seguro es que mientras podamos nos aplicaremos la filosofía del menos es más y seguiremos felices con el placer de un pequeño bocado o un paseo largo por nuestro entorno más cercano.

El valor de lo sencillo.

No se trata de volver a la Edad Media, simplemente mantener un equilibrio sostenible. Cocinar la vida como si se tratara de una mermelada. Y es que, como apuntó el polímata florentino del renacimiento italiano, el gran Leonardo da Vinci: «la simplicidad es la máxima sofisticación», y esta mermelada aspira a serlo.

comida

medio kilo de uvas / 150g de miel de naranjo* / un chorrito de moscatel / medio de vaso de agua / unas gotas de vinagre de vino blanco / una pizca de sal / una pizca de flores de tomillo

*Por supuesto, podéis utilizar la que tengáis en casa.

1 – Lavamos las uvas. Las pelamos, las cortamos por la mitad y desechamos las semillas.

2 – En una olla ponemos las uvas con la miel y el resto de ingredientes.

3 – Cocemos el conjunto durante unos 20 minutos y trituramos al gusto. Ponemos de nuevo la olla al fuego y dejamos haciendo «chup chup» hasta obtener la textura deseada, el tiempo dependerá del grado de cremosidad que queramos nuestra mermelada. Cuanto más tiempo la dejemos en el fuego, menos cremosa y más espesa será. Es decir, si la mermelada se cocina de más la mermelada queda pegajosa y la fruta pierde su aroma y sabor y si se cocina de menos la mermelada no alcanza la textura correcta. Por eso es recomendable pasados 10-15 minutos empezar a controlar la consistencia para retirar la mermelada en el momento adecuado. Lo mejor es que quede ligeramente líquida, ya que al enfriarse la textura tiende a solidificarse un poco.

y siesta

4 – Con quesos.

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