veganas, verano
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#244: Sandía

Terminamos este mes, refrescando los últimos días de agosto con una simple y fresca porción de esta deliciosa y colorida fruta.

La Citrullus lanatus, comúnmente llamada sandía -en catalán sindría– fue introducida por los árabes a la península ibérica. La etimología de su nombre refleja dicho origen, ya que sandía proviene del árabe hispánico sandiyya. En la cuenca mediterránea florece entre junio y julio y madura 40 días después de su floración. Aparece por primera vez como planta cultivada hace cinco mil años en Egipto, a orillas del río Nilo. En diferentes partes de México y según su medicina tradicional empírica, la sandía posee una serie de propiedades que la hacen apta para ser usada como medicina.

Quita la sed de día y anima las noches calurosas del estío. Bien lo dice el refrán: “Sandía y melón, qué buenos para el calor”. Tanto es así que en Catalunya, durante las fiestas mayores, muchos pueblos reparten rodajas de sandía. Esta frutal tradición, ha derivado en la popular Sindriada.

Extremadamente hidratante, es la fruta veraniega por excelencia.

Pelar y cortar la fruta no es ningún engorro. Se me encoge el corazón ver cada vez más la fruta pelada, cortada y envasada en los lineales de los supermercados. Su consumo supone un riesgo, tanto a nivel medioambiental como para nosotros mismos. El derroche de envases es perjudicial para el planeta, tanto por las toneladas de basura que generan como por los recursos utilizados en su fabricación, pero además la fruta pelada, al estar en contacto con el aire, se oxida con mayor rapidez. Y no solo eso, si no se manipula correctamente, esta fruta puede provocar una intoxicación alimentaria. Además de ser más cara que comprarla con su envoltorio original: la cáscara o la piel.

comida

sandía

1 – Cortamos la sandía por la mitad y cada mitad en rodajas.

2 – Quitamos la cáscara a cada rodaja, cortamos la pulpa en trozos de tamaño de un bocado y quitamos las semillas. Guardamos los trozos en un recipiente cerrado y conservamos en la nevera.

Nota: Tanto la cáscara como las semillas se pueden aprovechar. Con grandes propiedades nutritivas y medicinales, podemos infusionar ambas partes -las semillas mejor una vez secadas, así dispondremos de ellas durante todo el año-, pero también podemos licuar la cáscara junto con otras frutas para obtener un delicioso zumo. Las semillas frescas pueden comerse si se mastican bien, o podemos triturarlas y añadirlas a nuestro bol de yogur y frutas.

y siesta

3 – Al rojo frío.

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