Ha pasado mucho tiempo desde que decidimos optar por un sistema alimentario alternativo y no volver a pisar el supermercado para conseguir ingredientes para elaborar nuestras comidas. La transición ha sido larga, incluso queda mucho recorrido todavía, pero las ideas, la filosofía de consumo y nuestras premisas se han asentado y las podemos describir de una forma más amplia hoy.
– Aplicado al concepto ‘cocina directa’ del escritor Josep Pla, que lo utiliza para referirse a la que, con ingredientes óptimos y una manipulación sencilla y tradicional se consigue elevar una comida al máximo nivel.
– La simplicidad es básica.
– La temporada de los alimentos ha decido el menú, no al revés.
– Escribir lo que vamos a comer en una pizarra y hacer la compra en base a ello, ayuda a no acumular alimentos en los armarios.
– Preparar comidas hechas con 5 ingredientes o menos, además del aceite, el agua, las especias o las hierbas aromáticas, y servidas en raciones justas para evitar el despilfarro en el último eslabón de la cadena de producción de comida, el plato.
– Maridar con agua, té, infusiones de hierbas mediterráneas, zumo de frutas recién exprimido, vino, vermú con sifón o cerveza, según el momento y la comida.
– La mayoría de ingredientes que utilizamos son mediterráneos, de temporada y frescos. Los alimentos de elaboración no casera y envasados, algunos en plástico, son: quesos, yogur, mantequilla, vinos, miel, sal marina, pasta seca (macarrones, spaghetti, galets, etc.), aceite de oliva, vinagres y embutidos.
– Los ingredientes y alimentos no mediterráneos son té a granel, especias a granel (jengibre, chiles y pimientas, cúrcuma, etc.), sal Maldón y tabletas de chocolate negro.
– Los alimentos de procedencia desconocida: olivas a granel, legumbres cocidas a granel, aceite de girasol, carne de cerdo de algunos embutidos y carne de cordero.
– Frutas y verduras de proximidad y/o orgánicas.
– Cereales integrales enteros y legumbres.
– Harinas locales, integrales y molidas a la piedra.
– Carne y pescado.
– Huevos, embutidos y quesos.
– Panes, panes sin miga, pasta fresca, mató, membrillo, galletas, caldos, salsas y condimentos.
– Cultivos de lechuga, brotes, rúcula y hierbas aromáticas.
El concepto en transición es un movimiento pragmático y apolítico a favor de la agroecología como método de lucha por la supervivencia del medio rural a través de la permacultura, el consumo de bienes de producción local y/o colectiva, y el decrecimiento, en resumen, la recuperación de las habilidades para la vida y la armonía con el resto de la Naturaleza.
«La permacultura es la filosofía de trabajar con, y no en contra de la naturaleza; de observación prolongada y reflexiva, en lugar de labores prolongadas e inconscientes; de entender a las plantas y los animales en todas sus funciones, en lugar de tratar a las áreas como sistemas mono-productivos».
– Bill Mollison, investigador, científico, profesor y naturalista.
Como consumidores, debemos empezar por pensar qué estamos comprando, y no comprar sin pensar. Debemos recapacitar si ese acto de consumo está reforzando la agricultura campesina local, o bien si la está destruyendo y fortaleciendo a la agroindustria. Un modelo que ha supuesto la vulneración de la soberanía alimentaria de los pueblos y la pérdida de su capacidad de alimentarse.
Frente a este modelo de macro agricultura, creemos que los proyectos de transición gracias a la soberanía alimentaria junto con la reducción drástica del consumo de alimentos de origen animal, son la solución para favorecer las condiciones de vida y salud de los pueblos, así como las del medio ambiente. Es el derecho de los pueblos rurales a tener acceso a la tierra, y también es el derecho de los consumidores a tener acceso a alimentos ligados con el lugar, la climatología y la historia culinaria de su región.
El objetivo principal del proyecto de transición es dar a conocer un modo de vida sostenible y desarrollar la resiliencia (se define como la capacidad de un sistema para retornar a las condiciones previas a la alteración) local para ello en el futuro próximo. Se anima a las comunidades a buscar métodos para reducir el uso de energía, así como a aumentar su propia autosuficiencia, para cuanto más cerca esté un alimento de su forma original, más cerca estaremos de la tierra en la que nace.
– Dar visibilidad a los vegetales feos como ingredientes óptimos que son.
– Conocer las pequeñas granjas de nuestra región para adquirir materia prima óptima e investigar en la elaboración de nuestros propios embutidos y quesos.
– Cocinar pescados de proximidad más allá de los conocidos (hay más de 400 especies comestibles en el Mediterráneo).
– Ampliar la gama de infusiones de hierbas del Mediterráneo.
– Aprender a sustituir el cacao en pro de la algarroba en algunas preparaciones, como ya hacían nuestros antepasados, además de aprender a utilizar los granos de cacao crudos para hacer nuestras propias tabletas de chocolate.
– Cultivar la planta de la stevia para utilizarla como endulzante natural.
– Reducir el plástico.
Por todo ello, es necesario, primero, entender cómo funciona este mundo; segundo, pensar qué y cuando consumimos y, tercero, convertir ese pensar en acciones diarias, para independizarse de las grandes multinacionales de la alimentación cuanto antes. Porque el medio ambiente es un problema de todos y de todos es la responsabilidad.