otoño, veganas
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#97: Castañas asadas al horno

El fruto del castaño vive estos días su máximo esplendor. Lo más habitual es comerlas asadas o hervidas, pero es un alimento muy versátil que permite poder utilizarlo como complemento en infinidad de platos.

La castaña es uno de los alimentos más antiguos de la Humanidad, tal y como apunta el historiador gastronómico Carlos Azcoytia en este artículo. Así, en el paleolítico los seres humanos se alimentaron, entre otras cosas, de castañas y bellotas. Conocidas en la Mesopotamia y Grecia antigua, fueron los romanos quienes las expandieron por todo su Imperio. Jenofonte (430-355 a.C) definió al castaño como el arbus panis que significa «árbol del pan», ya que las preparaciones a base de harina de castaña amasada con agua formaban parte de las mesas más humildes de forma habitual. Sin embargo, su protagonismo en la alimentación campesina mediterránea perduró hasta la llegada de la patata y el maíz procedentes de América a finales del siglo XVIII. Debido a su composición muy similar a la de la mayoría de los cereales, el Dr. Wilhelm Heupke, uno de los padres de la nutrición moderna de los años 60, las definió como «los pequeños panes que nos da la naturaleza».

«Árbol del pan», tres palabras para resumir de forma perfecta y precisa la importancia que tenía este fruto por entonces y que persistió durante siglos, y que actualmente sobrevive en nuestras mesas unos pocos días al año.

Las castañas asadas son un manjar simple pero exquisito.

No es lo mismo asar castañas en el horno que asarlas en el fuego a leña o en unas brasas. Pero, lamentablemente muy pocos castañeros salen a la calle por estas fechas. Un oficio que hoy día se ha perdido casi por completo, salvo en puntos estratégicos de las grandes ciudades. Así que no queda otra que hacerlas en casa.

El principal inconveniente, si es que lo es, de las castañas es su difícil pelado, pues tanto la primera como la segunda piel se adhieren fuertemente al fruto y hacen muy trabajosa su preparación. Antiguamente, con la punta del cuchillo y mucha paciencia, se quitaban las pieles una a una. Ahora, hacer las castañas en casa, sin la sabiduría, ni el fuego ni las herramientas propias del castañero, puede suponer todo un reto. Por ello, os proponemos esta sencilla manera de preparar unas pocas castañas perfectamente cocidas sin necesidad de recurrir a una barbacoa ni una sartén agujereada sobre los fogones.

comida

250g de castañas frescas / agua

1 – Con un cuchillo de sierra, hacemos una incisión poco profunda sobre la piel, sobre su parte convexa y sin apenas rozar el fruto, para evitar que una vez en el horno y durante el asado exploten.

2 – Ponemos las castañas a remojo 15 minutos en agua caliente, casi hirviendo. Pasado este tiempo, las escurrimos bien.

3 – Asamos las castañas en el horno a 200ºC durante 15-25 minutos o hasta que la cáscara se comience a curvar pero sin que llegue a tostarse por dentro. La manera de conseguir pelar las castañas es pelándolas en caliente. Si la piel interior no se hubiese despegado, volvemos a introducir las castañas de pocas en pocas en agua hirviendo durante 1 minuto. Listas para consumirlas en cualquier momento.

y siesta

4 – De regreso a casa.

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