Esta forma de preparar el pollo se conoce también como milanesa. Aunque lo más común es utilizar carne de ternera, la verdad es que podemos empanar alimentos tanto de origen vegetal como de origen animal: por tanto hay milanesas de pollo, de pescado, de berenjena o de mozzarella, entre otros ingredientes. Así, por extensión, se llama milanesa a cualquier rebanada de un ingrediente que se pasa por huevo batido y pan rallado, y se fríe creando una cubierta crujiente.
No se conoce el origen de esta receta, aunque hay muchos mitos al respecto. Su nombre español proviene de la ciudad italiana de Milán. La polémica sobre el país de origen de la milanesa ha durado mucho y perdura, aunque todo parece indicar que el origen es lombardo. Elaborada con ternera, en Italia, se la conoce como cotoletta alla milanese y, a decir verdad, en cada ciudad en la que se prepara este suculento plato se lo conoce como cotoletta al estilo de “la ciudad en la que se prepara”. La primera referencia documentada de este filete en Milán data del año 1134. En el siglo XIX Milán fue parte del Imperio Austro-Húngaro. Esta situación hizo que un cocinero italiano se dirigiera a Austria, allí en la Corte ofreció este plato por primera vez. En diversos países europeos cercanos al Imperio austrohúngaro, pueden verse preparaciones muy similares como el Wiener Schnitzel, un plato de la cocina austríaca.
Sea de donde sea, los inmigrantes italianos del siglo XIX llevaron este platillo al otro lado del Atlántico, dando lugar a las milanesas.
Este suculento alimento no es patrimonio único de ninguna cocina.
Sin embargo, hoy os quiero hablar de otra cosa. Recientemente, hemos visto la serie documental Cooked. Una serie creada, narrada y protagonizada por Michael Pollan, basada en su libro titulado Cooked: A Natural History of Transformation. Cuatro episodios que revalorizan los métodos tradicionales de procesamiento de los alimentos, y fomenta la cocina casera realizada sin prisas.
Tras este documental, hemos querido repasar algunas de sus entrevistas, y en una de ellas afirma lo siguiente: «Si todos preparáramos nuestra propia comida, la industria alimentaria tendría que cambiar.» Con esta premisa, queremos reivindicar el pollo empanado casero: por su facilidad de ejecución, por el control sobre la receta y por la frescura de sus ingredientes. Y es que, aunque lo supuestamente «fácil» es comprarlos congelados bajo el nombre de nuggets (producto comestible compuesto total o parcialmente de una pasta de pollo finamente picada y a veces con piel de pollo añadida, inventada en la década de 1950 por Robert C. Baker), no lo es. Como en tantos productos que inundan los supermercados, quizá sería mejor no saber cuáles son los ingredientes de los nuggets, pero os lo voy a contar: menos de la mitad de lo que hay en su interior es verdadera carne magra, el resto es una mezcla de grasa, venas, nervios, cartílago y hueso.
Sin duda, en casa preferimos hacerlo nosotras, ¿y vosotros?
#EatMeatOnlyTwiceAWeek
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comida
1 pechuga de pollo / 1 huevo / pan rallado / ralladura de limón / pimienta negra / sal / aceite de oliva
1 – Ponemos un cazo pequeño con abundante aceite a calentar.
2 – Cortamos la pechuga en tiras y las salpimentamos al gusto. Reservamos.
3 – Batimos el huevo y lo aromatizamos con ralladura de limón.
4 – Pasamos las tiras de pollo por el huevo batido primero y después por pan rallado. Cuando el aceite este bien caliente, vamos friendo por tandas el pollo. Una vez esten cocinadas, las dejamos en un colador para que escurran el exceso de aceite y las servimos con una ensalada elaborada con ingredientes de temporada.
y siesta
5 – En la linde del paraíso.