Es otoño y si de algo se caracteriza esta estación es de la recogida de los frutos secos. Por tanto, cuando pensamos en estas delicias, pensamos en las castañas asadas, pero también en los boniatos a la brasa. Y por ende, en los días más cortos y a la llegada inminente de los primeros fríos.
Se puede garrapiñar cualquier fruto seco.
De origen todavía incierto, el garrapiñado es una técnica culinaria popular y antigua, tan sencilla como sofisticada, que consiste en bañar el producto en almíbar solidificado. Pero además, comer estos dulces es trasladarnos directamente a las fiestas populares, a las ferias, a la infancia.
Los frutos secos forman parte de nuestra despensa desde tiempos inmemoriales, y si bien, lo mejor es comerlos crudos, porque no hacerlas de vez en cuando garrapiñadas en casa, como capricho. Os garantizo, que tras mucha práctica, el resultado es exquisito.
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comida
200g de almendras crudas / 200g de azúcar* / 200g de agua
*Si las queremos muy dulces, como las que venden en las ferias, deberéis incrementar la cantidad.
1 – Ponemos en una cazuela el agua y el azúcar. Cuando alcancen los 117ºC, que mediremos con ayuda de un termómetro, añadimos los frutos secos. A fuego lento, removemos para que los frutos secos queden bien impregnados del almíbar. Seguimos removiendo hasta que el azúcar se solidifique y vuelva a su estado natural.
2 – Con el fuego muy lento, seguimos removiendo para que la capa exterior de azúcar se empiece a caramelizar y podamos pintar las almendras. (Esta es la parte más difícil del garrapiñado.)
3 – Extendemos las almendras garrapiñadas sobre un papel de horno, separándolas entre si y dejando que se enfríen antes de guardarlas en un tarro hermético.
y siesta
4 – Simple artesanía.