En 78 propuestas que llevamos, solo habíamos realizado otra comida con esta semilla. Y eso que en casa nos encanta el arroz, desde blanco hasta caldoso, pasando por un risotto clásico o simplemente acompañado con un único ingrediente.
El origen del arroz se sitúa en Asia y no se sabe con exactitud como ni cuando se introdujo en Europa. Pero se cree que los primeros comerciantes que tuvieron negocios con Oriente lo introdujeron en el Mediterráneo oriental. Más tarde fueron los musulmanes quienes lo introdujeron en España y que, a partir de aquí, se extendió a Francia e Italia.
De la misma manera que nos llegaron los primeros granos de arroz procedentes de Oriente y los empezamos a cultivar aquí con éxito, creemos necesario introducir también sus técnicas de cocción, ya que son grandes expertos en dominar este cereal en los fogones, y poder conseguir así grandes resultados en nuestros platos, sobretodo en aquellos realizados con arroces sueltos.
El arroz constituye un alimento básico para casi la mitad de los humanos.
La importancia del arroz como alimento reside en que es una valiosa fuente de energía. Una energía que se produce con bastante rapidez y se mantiene bastante tiempo. Aunque siempre recomendamos consumir los granos en su estado integral para obtener todos sus beneficios, a veces un arroz blanco puede convertirse en algo excepcional. Además no contiene gluten, lo que lo hace un cereal muy adecuado para personas que presentan incompatibilidades con este componente.
Os dejamos con algunos arroces con procedencia:
Arròs del Delta de l’Ebre, equilibrio permanente entre el hombre y la naturaleza en una de las zonas húmedas más importantes del Mediterráneo.
Arròs de Pals, pequeña y cuidada producción en la comarca del Empordà.
Arroz de Valencia, cuna del cultivo arrocero en España.
Riz de Camargue, nace en un ecosistema provenzal de marismas y salinas.
Riso Nano Vialone Veronese, su cultivo en la llanura veronesa influenció notablemente el paisaje agrario de la zona.
Riso del Delta del Po, crece en una región conocida como la Camargue italiana.
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comida
140g de arroz blanco de grano medio / 270g de agua / 4 cebollas / 1 diente de ajo / aceite de oliva / pimienta negra / semillas de sésamo / flores secas de tomillo
(Cantidad para 2 raciones.)
1 – Lo primero que tenemos que hacer es la cebolla. Picamos finamente las cebollas y los ajos. Los ponemos en una cazuela junto con una cucharadita de pimienta negra molida y los impregnamos bien de aceite. La caramelización debe comenzar con el aceite en frío y seguir con el fuego muy bajo durante toda la preparación. Dejamos cocinar mínimo una hora y media. De vez en cuando, removemos para que se vaya cocinando uniformemente y no se nos quede pegada al fondo. Cuando la tengamos, quitamos el exceso de aceite para que la comida resulte más ligera.
2 – Una vez haya arrancado la cebolla, nos ponemos con el arroz.
3 – El secreto para que el arroz quede esponjoso y compacto es lavarlo muy bien con agua fría para quitarle todo el almidón. Para ello, ponemos el arroz en un cuenco lleno de agua y lo vamos removiendo con los dedos para que desprenda el almidón. Seguidamente, vertemos el agua del cuenco y repetimos el proceso tantas veces como sea necesario hasta que el agua pierda el color blanquecino y quede transparente.
4 – Ponemos el arroz y el agua en una olla y lo dejamos reposar media hora en remojo, para que los granos de arroz empiecen a empaparse y a absorver el máximo de líquido.
5 – Después de dejar el arroz en remojo durante media hora en agua fría y sin tocar nada, ponemos la olla tapada a fuego fuerte y, cuando notéis que empieza a hervir, bajamos el fuego al mínimo. Al cabo de unos segundos volverá a hervir el agua, y entonces ¡sin levantar la tapa! lo dejamos cocer 5 minutos y apagamos el fuego para dejarlo reposar 15 minutos más, para que se cueza con el propio vapor de la olla.
6 – En una sartén juntamos el arroz cocido y la cebolla caramelizada y los mezclamos bien, si vemos que queda muy seco podemos regarlo con un poco del aceite de cocción de la cebolla. Servimos con sésamo recién tostado y unas flores de tomillo por encima. Podemos acompañarlo de un huevo a la plancha y una pequeña ensalada sencilla.
y siesta
7 – Perfectamente dulce.