Probablemente uno de los primeros frutos consumidos por el ser humano fue el fruto de la higuera, el higo, un alimento muy nutritivo, utilizado tanto en la cocina como en preparaciones medicinales. Este árbol es propio de Asia Menor, pero se encuentra naturalizado en toda la cuenca mediterránea. Es muy posible que las primeras civilizaciones de Oriente Próximo ya recolectaran e incluso cultivaran higos y brevas, pero de lo que no cabe duda es que fueran recolectados por los antiguos egipcios, pues se han encontrado presencia de higos en algunas imágenes en la pirámide de Gizeh. Formaba parte de la dieta de los pueblos griegos y era un alimento muy importante durante la República y el Imperio Romano, continuando la afición por esta fruta a lo largo de toda la Edad Media y siglos posteriores, llegando hasta nuestros días. Destaca su fuerte presencia en la cultura árabe.
La higuera es realmente un árbol peculiar. Aunque no sucede con todos los ejemplares, muchas de ellas nos regalan sus frutos dos veces al año. El verano comienza con las brevas, que generalmente son más pequeñas y menos dulces, y ya pasado el ecuador de agosto tenemos la segunda cosecha, los higos.
Mermelada-queso, queso-mermelada: todo un manjar.
La fruta es un alimento perecedero de temporada, a pesar del empeño que tienen los mercados en que comamos frutas sosas o importadas todo el año. Y como otras frutas, los higos se han de comer en pocos días porque maduran rápido. Por tanto, cocinar la fruta en miel o azúcar es garantizar su preservación durante el momento óptimo de maduración, para poder consumirla y disfrutarla durante meses después de su recolección. Por ello, recomendamos tener un amplio repertorio de recetas para conservar los higos y poder disfrutarlos a lo largo de los meses fríos.
La mermelada es una de estas recetas y para elaborarla necesitamos una fruta con suficiente acidez, un endulzante (más o menos gelificante), un conservante y calor, todo ello fundido en un perfecto equilibrio. En plena temporada de higos, hoy elaboramos algo dulce y muy sencillo para volver a la rutina.
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comida
500g de higos / 125-150g de miel / 4 cucharadas de agua / medio limón* / una pizca de sal en escamas
*El limón es un conservante natural, si vamos a consumir la mermelada de inmediato, en un mes, no hace falta ponerlo.
1 – Lavamos los higos, les quitamos el rabito y los partimos en cuartos. Ponemos los higos en una olla.
2 – Diluimos la miel con el agua hirviendo y vertemos el líquido frío por encima de los higos. Dejamos macerar el contenido durante unas 12 horas.
3 – Al día siguiente, cocinamos los higos macerados a fuego fuerte junto con el zumo de limón y removemos durante unos 5 minutos, cuando empiece a hervir apagamos el fuego y trituramos los higos. Dejamos cocer a fuego lento durante unos 30 minutos, removiendo de vez en cuando, o hasta que tenga la consistencia que nos gusta. Incorporamos la pizca de sal para resaltar el sabor de la mermelada y dejamos cocinar un par de minutos más.
4 – Dejamos enfriar la mermelada y la guardamos en un recipiente cerrado en la nevera para consumirla de inmediato. Si queremos hacer conserva para tenerla en la despensa, colocaremos la mermelada caliente en un tarro esterilizado y pondremos el tarro en un cazo con agua hirviendo durante 30 minutos desde que el agua entre en ebullición. Para terminar con la conserva, dejamos que el tarro se enfríe completamente boca abajo para conseguir un cerrado al vacío perfecto.
y siesta
5 – Con la película La belle saison.