Además de la dieta mediterránea, México, junto con Japón y Francia, tiene inscrita su gastronomía en la lista de Patrimonio inmaterial de la Humanidad. Muchos alimentos autóctonos de este territorio, los hemos acogido de tal manera que nuestra cultura mediterránea actual no se entiende sin ellos. Por ello, este mes de julio queremos celebrarlo con cuatro propuestas de su amplio recetario, cuyos ingredientes -la mayoría- crecen felizmente a las orillas del Mare Nostrum.
Cuando pensamos en su cocina, pocas veces incluimos en la lista una de las bebidas más tradicionales: las aguas frescas o aguas de sabores. En México, es el nombre que se da a un tipo de bebidas no alcohólicas hechas a base de agua, frutas o granos, y azúcar o miel, muy utilizadas durante el almuerzo o comida. Lo de fresca se debe a que la temperatura de estas aguas debe estar unos cuantos grados por debajo de la temperatura ambiente. Aunque su preparación es sencilla y rápida, en los últimos años las bebidas embotelladas o los concentrados artificiales en polvo, para hacer agua de sabor de forma instantánea, han desplazado las aguas frescas caseras.
La refrescante tradición hecha líquido.
Este concepto culinario, los pueblos mediterráneos podemos aplicarlo e integrarlo a nuestra vida cotidiana. Y es que, debido a la gran variedad de frutas que hay tanto en México como en nuestro territorio, el abanico de aguas frescas puede ser tremendamente amplio. Siendo la temporada de las frutas, la que nos determinará que tipos de aguas frescas podemos preparar. Hoy, nos hemos decantado por el agua fresca de chía. Las semillas de chía son nativas de centroamérica y hace más de seis mil años ya eran consumidas por los pueblos indígenas. Hace unos tres mil años estas semillas eran una moneda en México. Sin embargo, como sucedió con la quinua, a la llegada de los colonos europeos el consumo y cultivo de chía se prohibió debido a que formaba parte de sus rituales.
Dicho esto, ¿podemos etiquetar como agua fresca a nuestro bendito limón? Totalmente sí. Y es que como os comentamos en la propuesta 22, la limonada muy seguramente se inventó en el Antiguo Egipto, convirtiéndose en una bebida universal, mientras que los mexicanos la enriquecieron añadiendo chía. Uno ejemplo más de que el intercambio cultural funciona y benefica a todos.
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comida
60g de semillas de chía / 2l de agua / 4 limones / 30g de miel
1 – En un recipiente, ponemos las semillas de chía en medio litro de agua y las dejamos en remojo durante una hora.
2 – Exprimimos los limones y colamos. Disolvemos la miel en un poco de agua. Mezclamos ambos líquidos con el resto de agua.
3 – En una botella de vidrio, mezclamos la chía remojada con el resto. Agitamos y dejamos enfriar en la nevera. Antes de servir, agitamos el contenido y servimos con hielo. Podemos añadir menta para aportar más frescura y aroma a la bebida.
y siesta
4 – Granulada.