Sin embargo, a lo largo y ancho del Mediterráneo se cocinan platos muy similares entre sí, y la crêpe no es una excepción. Por ejemplo, en Marruecos se come el baghrir, el m’semmen y el rghaif, en España existen las filloas o freixós gallegas, los fayuelos o frixuelos asturianos y los frisuelos cántabros, y en Francia además de las propias crêpes se hacen las galettes elaboradas con harina de alforfón. Todos estos territorios tienen un denominador común, todos estan bañados, además del Mediterráneo, por el Atlántico.
En el interior del Mare Nostrum encontramos variantes a la crêpe como la crispa o la crispellila italiana, la palačinka en los países balcánicos, el yufka, el gözleme o el lahmacun en Turquía o el börek muy consumido en gran parte del Medio Oriente. Una montaña de términos para hablar de cosas muy parecidas, cuya receta es muy sencilla de hacer, y que iremos viendo en el futuro.
Sencillez recubierta de una exquisita delicadeza.
El origen de este plato se halla en la época del Imperio Romano, y las naciones que surgieron en sus antiguas provincias eventualmente continuaron preparándolo a través de los siglos, aunque muy distintas a las que conocemos hoy. Es en el Libre de totes maneres de potatges de menjar, un manual catalán de cocina medieval paralelo al tan conocido Llibre de Sent Soví, donde aparecen escritas por primera vez las crespes, crespèths o crespells, así como los ffrexols que son una variante de las resoles, mencionadas también en el esmentado Sent Soví. Estas primitivas crêpes se elaboraban mezclando hierbas aromáticas, agua y harina. Una masa muy aromática cocinada de la misma manera que las crêpes actuales y acompañadas de miel, servidas al final de cada comida. Las hierbas y plantas silvestres fueron muy utilizadas en la época medieval, ya que servían además de aportar sabor para facilitar la digestión de los alimentos. Posteriormente, se sustituyó el agua por productos lácteos. Sin embargo, esta primera preparación puede satisfacer a los paladares de nuestros amigos los veganos.
En definitiva, todo un manjar que se funde en cada bocado.
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comida
250g de leche / 125g de harina / 2 huevos / 25g de mantequilla / 1 cucharada rasa de panela* / una pizca de sal
*Azúcar de caña integral.
(Cantidad para unas 8-10 crêpes.)
1 – Cascamos los huevos y los ponemos en un bol mediano, quitando todo resto de cáscara.
2 – Vertemos la leche y añadimos la mantequilla. Batimos la mezcla y vamos incorporando la harina poco a poco, con el fin de obtener una masa ligeramente espera y sin grumos.
3 – Sazonamos con una pizca de sal. Incorporamos el azúcar, siempre y cuando queramos rellenar esta preparación con ingredientes dulces, en caso contrario obviaremos el azúcar. Finalmente dejamos reposar la masa unas horas en la nevera.
4 – Para cocinar las crepês, ponemos una sartén al fuego con una pizca de mantequilla. Cuando la sartén este caliente, volcamos un cucharón de masa líquida y la extendemos por toda la superfície. La dejamos cocinar unos 3-4 minutos por lado. Repetiremos este paso hasta terminar con la masa o podemos refrigerarla un par de días.
y siesta
5 – A la francesa.