Allá por el siglo XII, el médico y filósofo Moisés Maimónides empezó a citar en sus escritos que la sopa de pollo era un buen remedio contra los resfriados: «Sopa de pollo … se recomienda como un excelente alimento y medicina». Aconsejaba tomar sopa hecha con un gallo gordo enriquecida con hinojo, limón y almorí (harina de cebada mezclada con sal, miel y especias) como parte del método de curación de las enfermedades respiratorias.
Ahora la ciencia ha demostrado que el sabio cordobés no andaba errado. Según los investigadores, la sopa de pollo para ser efectiva debe llevar: cebollas, patatas, zanahorias, nabos, perejil y pimienta. Al final va a resultar que nuestras abuelas estaban en lo cierto.
Las sopas están entre los platos cocinados más antiguos del mundo y cada uno tiene su propia receta, desde las más simples a las más complejas, que se reinventan constantemente. Aunque podemos comprar caldo líquido industrial o las clásicas pastillas de caldo para reconstituir, no hay nada como el hecho en casa, natural y sin aditivos.
Al caldo hecho con pollo se le conoce como fondo blanco (los caldos que se utilizan como base para cualquier otro plato se conocen como fondos). Tradicionalmente acompañan al pollo: unas zanahorias, un par de cebollas, dos ramas de apio, hierbas aromáticas al gusto y granos de pimienta, nunca sal; un caldo nunca se sazona, porque admite muchos usos y no seria buena idea sazonarlo.
Esta sencilla elaboración básica es el secreto del éxito de un sinnumero de comidas y condimentos.
En casa servimos este caldo como alimento en sí mismo con un poco de pasta fresca, pero también lo empleamos como ingrediente en cremas de diversas naturalezas, en la preparación de platos de arroz o en la clásica sopa de cebolla.
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comida
800g de huesos de pollo / 3 ramas de apio / 2 nabos pequeños / 1 chirivía / 1 cuarto de col / 2 cebollas / medio bulbo de hinojo / 5 dientes de ajo / hojas verdes de 1 puerro / tronchos de espinacas y rúcula* / hojas de alcachofa* / 5l de agua fría / 1 cucharadita de granos de pimienta / perejil fresco / romero fresco / laurel
(*Ingredientes de aprovechamiento: las hojas y los tronchos de muchas verduras que habitualmente solemos tirar, aportan sabor y nutrientes a los caldos.)
1 – Ponemos los huesos de pollo en una olla grande, cubrimos con agua fría y llevamos a ebullición. Retiramos toda la espuma y resto de impurezas.
2 – Pasada una hora, incorporamos todos los ingredientes vegetales lavados y picados. Cocinamos a fuego muy lento durante 2 horas más, para que estos suelten todos sus aromas al caldo.
3 – Pasamos todo el contenido vegetal por un colador chino, presionando para extraer el líquido absorbido por las verduras y dejamos enfriar. El pollo se reserva aparte. Lo mejor es sacar la carne del pollo y usarla para añadirla a la sopa. Dividimos el caldo resultante en recipientes de medio litro (400g de caldo por recipiente) y lo congelamos para su uso posterior. Se mantendrá en el congelador durante 2-3 meses.
4 – Cuando queramos usar uno, sólo hay poner el caldo directamente helado en un cazo y añadir medio vaso de agua dejando a fuego medio para que se disuelva.
y siesta
5 – Mientras se hace el caldo: sofá y película. ¡Domingo perfecto!
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