De origen americano, la judía verde ha hecho muy buenas migas con nuestro aceite de oliva mediterráneo. Ingrediente versátil y completo, desde el punto alimenticio se trata de una legumbre tierna e inmadura que se consume entera (vaina y semillas poco desarrolladas), aunque sus propiedades se acercan a la de otras verduras.
Es un alimento poco exigente en la cocina. Sin embargo, no hay que consumirlas crudas, pues contienen una sustancia llamada faseolina con cierta capacidad tóxica que desaparece con la cocción.
Si al comer carne nos preocupamos por el punto de cocción: al punto o poco hecho, ¿por qué a veces comemos la verdura pasada?
A la verdura también podemos darle el punto más adecuado para comerlas sin estropear los nutrientes y mantener su color verde. La clorofila es frágil y desaparece fácilmente con el aire o la cocción. Para preservarla al máximo es mejor consumirla cruda o poco cocida.
Los vegetales también merecen todo nuestro respeto.
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comida
175g de judías verdes / medio limón / laurel / pimentón picante ahumado / pimienta negra / sal / aceite de oliva / agua / hielo
1 – Lavamos las judías y cortamos la punta que va sujeta a la planta.
2 – Ponemos una olla con abundante agua y sal a cocer. Cuando el agua este hirviendo, introducimos las judías y una hoja de laurel y cuando arranque el hervor, quitamos la tapa. Una vez cocinadas entre 5-7 minutos y si no las vamos a comer de inmediato, es importante sacarlas del calor y enfriarlas en agua con hielo o bajo el grifo para fijar la clorofila. Escurrimos.
(El agua de cocerlas podemos guardarla para preparar sopas, purés o simplemente para regar nuestras lechugas.)
3 – Podemos calentarlas un par de minutos en una sartén con unas gotas de aceite. Servimos y aderezamos con aceite de oliva, un chorro de limón, el pimentón y pimienta recién molida. También podemos condimentar con nuestro dukkah casero.
y siesta
4 – Bajo un pino. ¿Algo más?
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