Cultivada en climas benignos desde tiempos de los antiguos egipcios, cuando el frío llega, nuestra casa se perfuma de su aroma característica.
Este humilde ingrediente ha sido un alimento básico en Europa hasta hace pocos años, tradicionalmente para símbolizar la pobreza, de ahí el refrán minimalista: ‘contigo, pan y cebolla’, para decir que te basta la compañía de la persona amada para ser feliz.
Las cebollas asadas son un acompañamiento maravilloso para todo tipo de platos de carne, pescado y verduras.
Ideales para complementar cenas basadas en sopas y purés. Son un festín de sabor con innumerables beneficios medicinales para reforçar el cuerpo frente los largos días de invierno (junto al ajo, constituye uno de los mejores antibióticos naturales y esencial para combatir todo tipo de patologías respiratorias).
¡Salud!
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comida
4 cebollas / sal / pimenta negra / aceite de oliva
1 – Precalentamos el horno a 220ºC. Ponemos un papel vegetal en el fondo de un recipiente para horno, colocamos las cebollas y las horneamos.
1b – Si disponemos de barbacoa, encendemos un fuego con leña. Cuando se hayan generado una cantidad generosa de brasas, ponemos las cebollas directamente encima de estas.
2 – Sea al horno o a la brasa, dejamos que se cocinen unos 35-45 minutos o hasta que la piel se rompa, al tocarla la notemos tierna y empiece a sudar burbujas. Dependiendo del tamaño necesitaremos más o menos tiempo.
3 – Servimos las cebollas aliñadas y salpimentadas.
(Utilizamos media cebolla por persona, el resto las dejamos enteras en un plato a temperatura ambiente para consumirlas en los próximos días y así conserven todo su sabor y textura.)
y siesta
4 – ¡Espectacular!